metros de anchura. Según las crónicas, los madereros que transportaban antaño los troncos desde los montes de Albarracín, Moya y Chelva hasta Valencia encontraban en este lugar el punto más peligroso de todo su recorrido fluvial. Existía allí una ermita, dedicada a San José, en donde acostumbraban a rezar antes de descolgarse con cuerdas para, con sus puyas, desatascar los troncos cruzados, corriendo el grave riesgo de ser golpeados y arrastrados por las bravas aguas del
Turia. Recientemente toda esta zona fue declarada por la Generalitat Valenciana como Paraje Natural Municipal, con el grado de protección que ello conlleva.En “El Charco Azul”, el Turia vuelve a abrirse de nuevo, aunque siempre rodeado por los altos “cinglos” que cuentan con numerosas vías abiertas por los alpinistas. En este lugar el río es desviado por un canal que pasa bajo el pueblo y lleva el agua hasta la Central Eléctrica existente unos tres kilómetros en dirección al Balneario, dejando al Turia hasta allí con un exiguo
caudal.Antes de llegar al Balneario encontramos la fuente de “La Rinconá”, y poco más abajo las antiguas compuertas de la fábrica de esmeril del Corindón, arrasada por la riada de 1.957, y que aún conservan las señales de la devastadora fuerza del agua.
Aprovechando el canal del Corindón, se construyeron a finales de los años 70 unas balsas de engorde, abastecidas en principio con truchas comunes con las que se repoblaba el acotado, gestionado entonces por el ICONA. En la primavera de 1.982 la falta de agua, como consecuencia del cierre de las compuertas, de Loriguilla, provocó la muerte de todas las truchas y en consecuencia el cierre de las instalaciones.
Aguas abajo del Balneario vierte al Turia sus aguas el último de sus afluentes, el Reatillo o río Sot. Antes de abandonar el término, el Turia vuelve a remansar sus aguas en la llamada presa Molina, en la que vuelve a ser desviado hasta la central de Gestalgar.
La pesca en Chulilla.
La tradición truchera en la provincia de Valencia va unida al río Turia. En este sentido podemos afirmar que fue en la década de los 50 cuando, gracias a la construcción de los embalses de Benageber y Loriguilla, las poblaciones trucheras del Turia se vieron favorecidas por los efectos de estas presas, dispersándose y aumentando su número. Hasta ese momento la tradición
pesquera de los pueblos ribereños del interior, se limitaba a la pesca de la anguila con “corduchos” (durmientes), y de barbos y madrillas con trasmallo. Fueron los propios trabajadores en los embalses en construcción, provenientes de regiones con reconocida tradición truchera, como Galicia y Castilla, los primeros en dar cuenta de las truchas del Turia, divulgándose rápidamente a otros pescadores valencianos que gracias a la vespa y al seiscientos de aquellos gloriosos años, se permitían el lujo de viajar a estos parajes de la Serranía valenciana. Chulilla fue
pronto uno de los destinos preferidos de muchos de ellos, que vieron en ella la ocasión de pescar magníficas truchas a una distancia relativamente próxima de la capital, y dentro de un entorno paisajístico espectacular. En su término, el Cañón del Turia y los Calderones tenían, -y aún lo conservan hoy en día-, el reto de su agreste belleza y de su difícil acceso, reservado tan solo a unos pocos intrépidos que se aventuraban en determinados momentos a llegar a los puntos más inexpugnables para tentar a las grandes truchas que poblaban estas aguas .El primer efecto negativo en el Turia fue la regulación del caudal del río para abastecimiento de la Central Hidroeléctrica de Chulilla, que dejó sin apenas caudal el tramo comprendido entre el Charco Azul y la citada central, posiblemente el mejor tramo de pesca junto con el Cañón y los Calderones. A mediados de los años 70 se creó el coto de pesca de Chulilla, gestionado en principio por el antiguo ICONA, y que desde la central llegaba a la presa Molina ya cerca del límite con el término de Gestalgar.



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Próximos a Albarracín los Montes Universales son cuna de ríos que vierten sus aguas al Atlántico y al Mediterráneo: Tajo, Júcar, Cabriel y Turia, a cuya lista podríamos añadir el Jiloca que nace en la cercana localidad de Cella. El Turia, que es el que nos ocupa, nace en la Muela de San Juan, a una altura de 1.680 msnm. comenzando desde aquí un periplo de 280 km. que concluirá en Valencia junto al mar. En esta primera parte de su vida, y hasta su confluencia con el Alfambra en la ciudad de Teruel recibe el nombre de Guadalaviar o "río Blanco", manteniendo este segundo nombre hasta bien entrado en tierras valencianas.



El Guadalaviar tiene a su paso por Albarracín tres acotados de pesca: